José Antonio. |
Salimos de ver Blade Runner, ¿Os acordáis? Sí,
después del café con Fernando nos fuimos a ver Blade Runner. Pues al salir me
topé con José Antonio, y no tenía ganas de irme a casa, (después de la lluvia
se había quedado una noche estupenda) Fernando había quedado y José Antonio y
yo decidimos irnos a tomar algo. “te voy a llevar a una bar cerca de la Plaza
de Santa Ana que te va a encantar”. Como era sábado noche nos tomamos la
licencia y pedimos unos gins de Hendrix.
José Antonio es un tipo genial, un aragonés de
aúpa hijo de un minero, aterrizó en Madrid para dedicarse a la tecnología
aplicada a la televisión ¡flipad! Me enseñó en su móvil vídeos de alguno de sus proyectos y aluciné.
No sabía todo lo que hay que montar para que podamos ver cosas por la tele.
Pero en realidad sus sueños son tres: viajar a
Nueva York, cuando se jubile, para perfeccionar su inglés, dar la vuelta al
mundo en crucero en temporada baja “porque debe estar “tirao””, dice, y
el tercero montar un
“chiringuito chilout”, cerca de su pueblo en Teruel, para sacar dinero para
nuestros niños en Bodouakro. ¡Zas! Surgió Bodouakro ¿os dais cuenta que está en
nuestro subconsciente? Y es que estos niños son muy importantes en nuestras
vidas…
Define a los padrinos como un club de gente
diferente, positiva pero con un objetivo solidario común. Le pregunto por
África y me cuenta en secreto que la desconoce por ahora, que irá y una de las
cosas que hará será decirle a François que él es uno de los que le hacen
esperar a la hora de enviar las cartas. Me parto, no sé cómo se atreve. Si no
queréis recibir correos “amenazadores” de Aidén cuando seáis padrinos enviad
las cartas a tiempo…
Es uno de los padrinos más antiguos y una de
las cosas que más le atrajo del proyecto fue el torrente de energía solidaria
que tiene Cristina, y de Aidén se queda su manera incansable de trabajar pero
sobre todo con su humor, y es que es verdad, una de
nuestras guías en esta locura es una de las personas más divertidas que os
podáis imaginar.
Seguimos charlando y pedimos algunas copas
más… y terminó otro encuentro. Me fui con la sensación de haber conocido a un
hombre BUENO. Sí, lo escribo en mayúscula porque se le ve en la cara; un
corazón enorme, siempre dispuesto… esas personas que no hacen mucho ruido pero
que sabes que siempre están y es que esta familia aunque está compuesta por
gente diferente, como él dice, es gente que merece la pena y que si no llega a
ser por África, estos niños, Aidén y Cristina no nos hubiéramos conocido en la
vida.
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