21 nov 2015

Alfabetización: las mujeres de Bodouakro recuperan sus derechos

Nola, Sylvie, Rebecca…y así hasta 55. Son mujeres de Costa de Marfil a las que de niñas se les negó el  derecho a la educación. Como a tantas. Por nacer mujer. Desde agosto están recuperando lo que les robaron. Han empezado las clases de alfabetización.

Durante diez meses, estas mujeres de la localidad de Bodouakro están asistiendo a un curso para aprender a leer, escribir y calcular. Son agricultoras asociadas en una cooperativa apoyada por Global Humanitaria, cansadas de que en el mercado, cuando van a vender el producto, las engañen porque no saben hacer cálculos, ni leer acuerdos, por ejemplo.

El proyecto de alfabetización en Bodouakro, donde construimos una escuela a la que asisten desde 2010 los hijos de estas mujeres, se ha repetido a lo largo de los años en distintas localidades marfileñas logrando que más de 3.000 mujeres hayan dejado atrás el estigma del analfabetismo. Algunas optaron después, ya con estos conocimientos, por inscribirse en cursos estatales para adultos y obtener las titulaciones académicas.

Asisten a clase 3 días a la semana (viernes, sábado y domingo) 3 horas al día, el tiempo que les quedan antes o después de trabajar el campo y atender sus hogares. Guiadas por un profesor, en este momento ya conocen el abecedario y empiezan a realizar los primeros cálculos básicos. Antes de comenzar, les hemos facilitado un kit básico para poder asistir a clase. Cada una de ellas dispone de libretas, lápices, bolígrafos, libro de matemáticas, calculadora, pizarra…

Queda tarea por delante pero entre  todos ya hemos ido tirando barreras. Antes de poner en marcha este proyecto, trabajamos en labores de sensibilización. Había que convencer a los hombres de la localidad de que ellas, las mujeres, tienen los mismos derechos, que hay que escucharlas, que piden acabar con su analfabetismo, que cuanto más crezcan ellas mayores serán las oportunidades y el bienestar de la unidad familiar. Y una vez más, hablando, nos entendimos.

Artículo escrito por Cristina Saavedra en Globalhumanitaria.com.
Ver orignal