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23 nov 2021

Un reencuentro muy esperado

 ¿Sabes de esas veces que quieres tanto que se acerque una determinada fecha que parece que los días se hacen muy largos? 

¿Conoces la sensación de que, cuando llega, se te pasan las horas como si fueran minutos, de que te faltan sentidos para abarcar las emociones que te asaltan con cada abrazo, con cada mirada, con cada risa, con cada “cuánto tiempo”, con cada “cómo estás”, con cada “cuántas ganas de verte”?

Después de más de un año sin que la pandemia nos permitiera reunirnos, el día 13 de noviembre conseguimos, por fin, celebrar por todo lo alto una nueva comida de padrinos, madrinas, amigos y amigas de Bodouakro. 

Y si cada evento que hacemos se convierte en algo especial, porque nuestros niños y niñas lo merecen, este, en concreto, tuvo un sabor más dulce, un olor más refrescante, un tacto más suave, unas miradas más cómplices y el sonido de las voces de las personas a las que echas de menos porque se han convertido en algo más que compañeros solidarios: en una familia peculiar pero unida en un objetivo común.


Esa meta es conseguir darles a los niños y niñas de Bodouakro la educación que merecen.

Así que ahí estábamos, en “El Rincón del Vago”, en la plaza del Dr. Laguna, 1, de Madrid, donde Víctor y Johnny nos hicieron sentir como en casa. Degustamos unas estupendas patatas “El Rincón”, una ensalada de tomate y melva deliciosa, unas croquetas de las que no quedaron ni las migas y luego, a elegir, un rico entrecot de ternera o un bacalao con mayonesa de quinche para chuparse los dedos.

Además, para rematar, dos tartas cumplieron la función de celebrar el cumpleaños de uno de nuestros padrinos (¡felicidades, Raúl!). Creo que el pobre todavía tiene pesadillas con la canción, de las veces que desafinamos interpretándola.

Aunque he de reconocer que el karaoke que vino después, junto con las copas, terminó de destrozar los oídos de cualquiera que nos escuchase. Pero, qué más daba, estábamos felices y había que celebrar el reencuentro por todo lo alto.

Como también somos padrinos y madrinas comprometidos, dos de ellas nos sorprendieron llevando pulseras, pendientes y gorros de lana que hicieron a mano para vender y aumentar así la recaudación que iría a parar a nuestros peques de Costa de Marfil. Muchas gracias, Azucena y Helena, por esa maravillosa aportación: precioso todo.

Salimos del restaurante felices por el reencuentro y deseando que llegue la próxima comida de padrinos y madrinas: ¡qué ganas! 

Espero que los ausentes, a los que echamos mucho de menos, puedan asistir y que tú, sí tú, también te apuntes. Tienes asegurados el buen ambiente, las risas y, por supuesto, el orgullo de saber que aportas tu granito de arena para que los niños y niñas de Bodouakro puedan acceder a la educación que, sin duda, se merecen.



No te pierdas las siguientes entradas del blog y nuestras actualizaciones en redes sociales porque te iremos informando: ¡¡te esperamos a la próxima!!


María Rubio 


18 ene 2016

El cartero que siempre llama más de dos veces. (o de tres, o de cuatro…)

Qué fácil resulta ponernos en contacto con quien deseamos, ¿verdad qué sí?  Tenemos WhatsApp, Twitter, móvil… incluso el correo ordinario tan denostado últimamente sigue  funcionando para aquellos que prefieren la palabra escrita.

Pues venga, ahora imaginaos una aldea en medio de la nada, sin agua corriente ni electricidad,  con casas de adobe y donde el móvil es un lujazo y lo de las redes sociales mejor lo dejamos para otro día.

Sí, hablamos de Bodouakro, y os contaré qué hacemos para que esas cartas que escribís lleguen y lo que significa la correspondencia para los niños.

Primero, avisar a los padrinos y madrinas para que aquellos que lo deseen se pongan manos a la obra y escriban una bonita carta con fotos o dibujos incluidos a sus niños.
Y ya de entrada cuando aviso se produce el maremágnum. Primero, algunos la envían rápido. Segundo, los que lo dejan para el último momento y tercero, siempre siempre tengo algún despistado/a que cuando se han enviado pregunta  por la fecha limite porque no la recuerda. Jajajajaja, ¡me encanta tanta diversidad! Supongo que otros lo odiarían, no es mi caso, veo la implicación.Traduzco, registro y envío por email todas ellas.

Lo segundo es dar orden al “cartero” para que se vaya preparando, esté pendiente de la llegada de las cartas y una vez recibidas… corriendo a entregarlas.
Foto vía Aidén Calvo de Miguel.

Y lo tercero,  el tiempo. No hablo del  tiempo que emplearemos en llevar a cabo la actividad para que la comunicación entre padrinos-ahijados sea fluida, hablo del tiempo meteorológico de Costa de Marfil. En época de lluvias… ocurre lo que veis.  Este es el camino a Bodouakro, como bien suponéis, de asfalto nada de nada, tierra apisonada únicamente gracias al trasiego de gente y gracias. Lo que para nosotros supone un recorrido de media hora, se convierte en un viaje de casi tres allí. Os lo puedo asegurar porque lo he vivido, montada en la moto con mi compañero en viaje de vuelta a Daloa. No quiero recordar el dolor al bajarme ni los golpes de un casco demasiado grande para mi cabeza con los baches del camino… ¡me dolían hasta las pestañas!

Aprendí a valorar el trabajo de François y a dar gracias por tenerle ahí, dispuesto siempre a hacerlo lo mejor posible.
Foto vía Aidén Calvo de Miguel.
Cuando mi compañero aparece en Bodouakro los niños se dan cuenta enseguida que algo hay. Muchos padrinos me comentan que sus niños son muy serios, pero lo único que ocurre es que posan para las fotos.  Esto es lo que sucede cuando “el cartero” François aparece de improviso.

Las cartas se reparten y  los niños las leen y  escriben las respuestas a sus padrinos. Naturalmente esto no ocurre el mismo día, siempre hay algún pequeñajo que por algún motivo no ha ido al cole, así que nos tocará volver dos o tres o más veces a por ella.  Creo que François puede hacer el camino Daloa-Bodouakro, Bodouakro- Daloa con los ojos cerrados, en época de lluvia y sin meterse en un solo socavón.

Las cartas de los padrinos son una ventana al exterior para estos niños, les muestran otros mundos  con ciudades que buscan en el mapa de la escuela, les ayudan a pensar que también ellos quieren seguir estudiando (algunos quieren estudiar la profesión de sus padrinos) y les fuerza a escribir y leer mejor.
Foto vía Aidén Calvo de Miguel.

Ojala dentro de poco todos ellos deban esforzarse, eso significaría que cada uno recibe una carta o pinta un dibujo porque hay una madrina o un padrino implicado en su educación. Aunque tuviéramos que comprarle una saca a nuestro cartero particular. Aunque tuviera que “llamar” más de 10 veces.
Significaría el pleno apadrinamiento en Bodouakro.


20 dic 2015

La educación es la base del futuro

Hola a todos. Me llamo María, tengo 35 años, soy profesora de educación secundaria, y orgullosa madrina. ¿Por qué he decidido amadrinar?, muy sencillo.

Por un lado, tengo la firme convicción de que aquellos que tenemos las cosas, un poquito más fáciles,  debemos echar una mano y ayudar para hacer la vida de aquellos más necesitados un poquito mejor. Desde que estaba en la facultad tenía claro que en cuanto me  lo pudiese permitir apadrinaría. ¿Por qué me decidí por este proyecto?, pues que Cristina esté detrás ayuda, es una de las periodistas que más credibilidad me da, y sabía que estando ella en el proyecto no habría problema.

Foto vía Aidén Calvo de Miguel.
Pero principalmente, por  mi profesión. Como profesora que soy, soy muy consciente de la importancia que tiene la educación para el futuro de un país. Y ese es uno de los pilares fundamentales de este proyecto. En la escuela, los niños reciben una educación, que poco a poco les dará las bases para, dentro de unos años ser capaces de saber que cosecha hay que plantar en cada momento, saber cuándo recogerlas, para aprender a sumar, restar y multiplicar para saber cuando les están pagando lo que les deben por sus cosechas o no, incluso quién sabe, puede que el día de mañana alguno de nuestros peques vaya a la universidad y termine ganando el premio Nobel de Medicina, o de Física, o acabe siendo Presidente de Costa de Marfil.

A lo que voy, lo realmente importante, son nuestras pequeñas aportaciones. Por menos de un euro al día, señores menos de lo que nos cuesta un café, o una caña al salir de trabajar, podemos ayudar, y mucho a que el futuro de estos niños sea un poquito mejor, lo que poco a poco puede traducirse en un futuro mejor para Costa de Marfil, cuando estos niños de hoy, sean los que lleven las riendas del país. Así que, desde aquí os animo a que no os lo penséis y apadrinéis un niño, que no cuesta nada.

María Álvarez