Daloa, 7/03/2016. 7.00a.m.
Hoy es un día diferente. Hoy somos portadores
de regalos que se esperan con ilusión. Regalos que nuestros niños desean pero
que desconocen su fecha de entrega, ya que pocas veces la hacemos coincidir con
fiestas cristianas al tener varias comunidades religiosas. Hoy es un gran día.
Primer paso: Hablo con François para que vaya detectando, al mismo tiempo que hace la actualización anual de alumnos en la escuela, las necesidades de ésta y de los niños. Él se encarga de preguntar al director del cole, a los profesores, a los padres y a los propios niños, elaborando un listado con todo lo que comprueba que es necesario y con la debiente justificación del por qué de cada uno de ellos. De no ser por estas donaciones estas carencias no quedarían cubiertas, ya que los padres no disponen del dinero suficiente para ello.
Tercer paso: Una vez que sabemos el dinero
del cual disponemos, Cristina y yo nos reunimos con un café por medio y mucha
paciencia y analizamos lo que podremos adquirir y lo que tendremos que dejar
aparcado para mejor momento. Y no siempre estamos de acuerdo, jajajaja. Queramos
o no, y teniendo en cuenta que hacemos beneficiaros a TODOS los niños, hay que seleccionar.
Cuarto paso: Mientras nosotras decidimos,
François se lanza a la calle (no literalmente, pobrecito mío) y trata de
negociar con algunos comerciantes el precio final, a ver si con suerte nos lo
pueden dejar más barato. Algunas veces hasta
lo consigue y todo, y doy fe que eso para él representa un esfuerzo extremo, menos mal que también
contamos con Daniel Kone que es más combativo y sabe negociar con quien se
ponga por delante.
Último paso: El mejor de todos, ¡¡¡el reparto!!! Día de risas, nervios,
apretujones, sorpresas, fotos… Las donaciones de los padrinos se han convertido en libros de lectura y
escritura para los más pequeños, juguetes educativos, balones, cuentos,
mochilas, ropa, libros para los mayores (que no creo yo que reciban
entusiasmados libros de matemáticas, pero falta, lo que se dice falta, les hace).
No sé si los Reyes Magos existieron de verdad,
pero sí sé que hay personas con un gran corazón que se preocupan de verdad por
estos niños, que están pendientes de ellos y que se implican de manera
sorprendente. Y es un orgullo llamarlos PADRINOS.
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