31 may 2016

Hoy charlamos con… José Antonio

José Antonio.
Salimos de ver Blade Runner, ¿Os acordáis? Sí, después del café con Fernando nos fuimos a ver Blade Runner. Pues al salir me topé con José Antonio, y no tenía ganas de irme a casa, (después de la lluvia se había quedado una noche estupenda) Fernando había quedado y José Antonio y yo decidimos irnos a tomar algo. “te voy a llevar a una bar cerca de la Plaza de Santa Ana que te va a encantar”. Como era sábado noche nos tomamos la licencia y pedimos unos gins de Hendrix.

José Antonio es un tipo genial, un aragonés de aúpa hijo de un minero, aterrizó en Madrid para dedicarse a la tecnología aplicada a la televisión ¡flipad! Me enseñó en su móvil  vídeos de alguno de sus proyectos y aluciné. No sabía todo lo que hay que montar para que podamos ver cosas por la tele.

Pero en realidad sus sueños son tres: viajar a Nueva York, cuando se jubile, para perfeccionar su inglés, dar la vuelta al mundo en crucero en temporada baja “porque debe estar “tirao””, dice, y el tercero montar un “chiringuito chilout”, cerca de su pueblo en Teruel, para sacar dinero para nuestros niños en Bodouakro. ¡Zas! Surgió Bodouakro ¿os dais cuenta que está en nuestro subconsciente? Y es que estos niños son muy importantes en nuestras vidas…

Define a los padrinos como un club de gente diferente, positiva pero con un objetivo solidario común. Le pregunto por África y me cuenta en secreto que la desconoce por ahora, que irá y una de las cosas que hará será decirle a François que él es uno de los que le hacen esperar a la hora de enviar las cartas. Me parto, no sé cómo se atreve. Si no queréis recibir correos “amenazadores” de Aidén cuando seáis padrinos enviad las cartas a tiempo…

Es uno de los padrinos más antiguos y una de las cosas que más le atrajo del proyecto fue el torrente de energía solidaria que tiene Cristina, y de Aidén se queda su manera incansable de trabajar pero sobre todo con su humor, y es que es verdad, una de nuestras guías en esta locura es una de las personas más divertidas que os podáis imaginar.


Seguimos charlando y pedimos algunas copas más… y terminó otro encuentro. Me fui con la sensación de haber conocido a un hombre BUENO. Sí, lo escribo en mayúscula porque se le ve en la cara; un corazón enorme, siempre dispuesto… esas personas que no hacen mucho ruido pero que sabes que siempre están y es que esta familia aunque está compuesta por gente diferente, como él dice, es gente que merece la pena y que si no llega a ser por África, estos niños, Aidén y Cristina no nos hubiéramos conocido en la vida.

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