NO PODEMOS CAMBIAR EL PRINCIPIO, PERO PODEMOS
AYUDAR A ESCRIBIR EL FINAL.
Allí igual que aquí.
El curso termina, un año escolar que igual que
aquí acaba con exámenes finales y notas esperadas por algunos y no tanto por otros.
Un año más estamos ahí, casi casi con los
mismos nervios que ellos. ¿Habrán aprobado? ¿Repetirán?¿Estarán el año que
viene o se desplazarán con la familia a otro lugar con más oportunidades
laborales para el padre?
Pendientes de todos, de aquellos que de
pequeñitos empezaron con nosotros en la aventura del apadrinamiento y ahora
están en los últimos cursos y pendientes de los pequeñajos del CP1 que
comenzaron este año su andadura escolar llenos de sonrisas y esperanzas en ese
mundo nuevo que les acercaba a sus hermanos mayores.
Allí igual que aquí.
A la escuela todos los días, y los avisos de
las madres: “ten cuidado” “mira a ver por dónde vas” “No corráis”. Calles,
semáforos, coches, multitud de gente transitando por las vías. Menos mal que
existen las benditas rutas que llevan a nuestros niños y sus mochilas cargadas con 10 libros, 10
cuadernos, el estuche, el bollycao para el recreo, el zumo...
Claro que en Bodouakro y alrededores
simplemente NO HAY. No hay calles, no hay asfalto, no hay ruta que lleve al
cole a los niños… Así que los avisos maternales son iguales pero ampliados:
“Cuidado en el camino, que estamos en época de lluvias” “No corráis que alguno
de vosotros va descalzo y os podéis lastimar con las ramas caídas” “No se os
olvide la pizarra y la tiza o no podréis escribir” Y saliendo de casa prontito,
porque la escuela en algunos casos se encuentra a 10 km (si, 10 km ida, 10km
vuelta) cuando no son más. Andando.
Allí igual que aquí.
Llegan las notas. Se ha notado una mejoría en
el nivel escolar, aunque sigan escribiendo todas las palabras juntas, aunque su
letra no sea bonita. La creación de la escuela, el comedor, y las donaciones de material escolar se han
convertido en educación y alimentación.
Para aquellos que no lo han conseguido no hay
castigos por no haber aprobado, el año que viene será diferente y lo
conseguirán.
Los niños son niños en todas partes, tienen
las mismas ganas de aprender, de jugar y experimentar. Solo que algunos tienen
mucho y a pesar de ello se aburren y otros carecen de todo y disfrutan de
juegos inventados con sus amigos.
La labor de sus mayores, el protegerlos. Y nosotros, el equipo de Global Humanitaria que
trabaja en Costa de Marfil, así como las madrinas y padrinos de Bodouakro formamos parte en la medida de lo posible de
esa protección.
Porque también somos sus mayores. Porque
también pasamos nervios por sus notas. Por ellos.
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